¿Es un fantasma eso que llevo en mi mochila? - sí lo es, ¡tira la mochila a las vías del metro! - pero descubrí algo, no estaba en la mochila. Estaba en tí, en tus ojos; fue entonces cuando lo ví.
Fue entonces cuando el amanecer se tornó violento, las yagas que llevaba se convirtieron en un sólo paisaje y después de tí corrí, siempre después de tí. No vi el amanecer ni su luz, pero mira que sorpresa un día nublado, uno replicado para mil millones de años que no veré, pero el fantasma sí.
Fantasma, fantástica asma.
Un 16 de abril busqué decididamente un equipo de sahumerio, lo compré a precio módico, y lo comencé a usar, a medida de que me internaba en él y su supuesta sanación, esa que me ofrecía en su eslogan pobre; "desaparezca esos fantasmas indeseables por 990" me dí cuenta que no sería suficiente, pues el fantasma tenía familia, se había asentado en mi vida como si fuese un dulce hogar, usó mis pensamientos como luz eléctrica, mis lágrimas para bañarse de vez en cuando, y mis manos para acariciarse en la soledad. Tenia hijos, hermanas, sobrinos y marido(a).
¿Qué? ¿se iría? claro que no, me dijo con su presencia helada. ¿Por qué no te vas? le pregunté con mi presencia caliente a lo que respondió con un beso.
Su calor frío y mi calor caliente se mezclaron en un amor adyacente, ese beso que me diste fue como hacer el amor mil veces.
Cuando te ví aparecer, supe que debías irte, no me importaba herirte. Pero fue entonces aquel amanecer y su luz aclaradora que me susurraron junto a tu beso, junto al sahumerio de 990 que si quería hacerte desaparecer debía dejar mi mente yacer... Pues tu y tu familia se asentaron no en mi vida si no que en las entrañas de mi cabeza , y no eres más que yo con un manto transparente lleno de inseguridad recurrente.
Iris y sus extraparahipsnormales.