viernes, 1 de febrero de 2013

33.3 FM

Qué triste fue ver caer el sol en la profundidad nivel entraña de la tierra, que triste fue ver llegar el oscurecer, más no pensé que te escondieras así, luz divina de copa dorada y redentor. Relámpagos tristes turbaron átomos atrevidos que hicieron rugir los ventanales del transporte. Comenzaba la tormentosa tormenta.

El estado transcurre, cambia, gira, salta, taquicardéa los rincones inhóspitos de mi mente y sulfura sensaciones de alto calibre y acento de pive. Mágica percepción de tus movimientos, de tu cuerpo haciéndome señas de amor, irradiando gotitas de color, tu voz penetrando mis tímpanos cristianos, encaminarnos en un canto de rojo salmo, cubrir nuestros ojos de hormonas liberadas, alocadas y encantadas de tus células tan juntas. Pero al transcurrir el tiempo que no existe, una nube gris envolvió nuestro amor, lo trizó y uso nuestros cuerpos para agudizar el daño. No te vi yacer, mis hormonas se durmieron y mi corazón buscó cobijo en la parte oscura de mi pecho. Y fue así entonces como todo se encaminó al subterráneo.
Sólo tienes que subir y piñizcar la sintonía de tu estado para que puedas cambiar la frecuencia.

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